Condición y vocación de monja Ser monja es elegir una vida de consagración total a Dios, dejando los bienes y proyectos mundanos para abrazar la oración, la comunidad y la entrega a los demás. La vocación monástica nace como una “llamada interior”, un impulso profundo y sostenido vinculado a la experiencia de fe y a la búsqueda radical del sentido último de la vida. Quien responde a esa llamada lo hace libremente, sabiendo que acepta renunciar, en mayor o menor grado según la orden y carisma, a los placeres, el poder y los afectos personales, para vivir en una comunidad de hermanas bajo una regla, orando, trabajando y cultivando la vida espiritual.