La fontana de oro : 30

19/05/2024 6.038 Palabras

La fontana de oro Capítulo XXIX Las horas fatales de Benito Pérez Galdós A las cuatro de aquella tarde, cuando, después de salir las tres damas, Clara se encontró sola, quiso satisfacer su curiosidad leyendo la carta que le había dado el abate; pero observó que Elías andaba por el pasillo: tuvo miedo, y la guardó. Media hora después, habiendo Coletilla salido con Carrascosa, se quedó sola, enteramente sola y encerrada. Entonces abrió la carta. Era sin duda de Lázaro, y casi sabía punto por punto lo que había de decir. Pero su sorpresa fue grande cuando miró la firma y vio: Claudio. «¡Claudio!, ¿quién es Claudio?» exclamó con la mayor confusión. La carta decía así: «Ya te he devuelto, amiga mía, a ese joven prisionero a quien tanto quieres. Yo le he sacado de la cárcel donde el infeliz estaba a punto de morirse de hambre y de frío; le he sacado tan sólo porque es tu amigo. Ya sabes que tú y yo somos también verdaderos amigos. Ese joven parece...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info