La campana de Huesca: 28

11/10/2009 4.713 Palabras

Capítulo XXVII 28 Pág. 28 de 35 La campana de Huesca Antonio Cánovas del Castillo Que Aznar Garcés, con ser tan rudo, sabía fundir campanas de muy gran sonido Despreciadores de la vida propia, y así señores despiadados de las ajenas... Complaciéndose en herir o matar. (Fragmentos de una historia de la infantería española, por El Solitario) -Aznar, Aznar, ¿eres tú? -preguntó Castana desde lo alto. -Yo soy, mi amor -le respondió este, poniéndose de un salto en la azotea con que remataba la torre. -Te esperaba con impaciencia. Cuánto has tardado. Pero ¡Dios mío! ¿Qué es eso, Aznar? ¿No vienes solo? -Escucha, Castana -dijo Aznar-. La salvación de la reina, y la tuya, y la mía propia, dependen de tu discreción en este trance. Son amigos nuestros; no temas nada. En esto, saltó uno, y luego otro, y otro de sus compañeros dentro de la azotea. -¿Qué piensas hacer? -repuso Castana temblando. -Castana, por mi amor que no temas, que...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info