El siglo XVI y las nacionalidades musicales La corriente del s. XV se prolonga en la canción parisiense con las obras realistas de Clément Janequin. Roland de Lassus compone cancioncillas sobre textos alemanes e italianos. Por fin, bajo la influencia humanista, la música medida según el uso antiguo sale a la luz, de la mano de creadores como Jacques Mauduit y Claude Le Jeune. Este estilo busca imitar la prosodia de los versos latinos, compuestos de sílabas largas y breves; así surge el género silábico, en el que las palabras poseen el mismo ritmo. Alemania adquiere su identidad artística a través de la reforma de Lutero, quien se convierte en una de las bases de la música germánica, al inspirar un género de capital importancia: el coral, canto sagrado, concebido por los fieles, que debe ser simple y comprensible. En contacto con los polifonistas nórdicos instalados en Roma y en Venecia, los músicos italianos forman poco a poco el género profano del madrigal, pero la verdadera influencia de la escuela romana reside en el equilibrio de los sistemas de composición, que fue establecido gracias a la obra de Giovanni Palestrina y de Tomás Luis de Victoria, en especial sus misas y motetes.